GUERREROS JAGUAR Y AGUILA

«Regimientos completos de hombres blancos y guerreros texcaltecas huían en desbandada aterrorizados por las calles de Tenochtitlan. Presas del terror y el miedo, corrían despavoridos se dirigian hacia Tlacopan, donde esperaban reagruparse para efectuar la más cobarde de las retiradas.

Mi madre nos permitió observar el intento de escape de los farsantes pálidos desde una de las ventanas de nuestra casa. Ella misma se permitió arrojar algunas piedras durante el caos reinante de aquella cálida noche. Recuerdo que mi hermano y yo reímos cuando una de esas rocas le pegó en la cabeza a una de sus enormes bestias de largas patas. El hombre que montaba a aquel monstruo cayó estrepitosamente al suelo. Intentó levantarse, pero jamás lo logró.

Uno de nuestros nobles Cuauhpilli descendió sobre él y le atravesó la garganta con su lanza. El hombre blanco ni siquiera pudo dar un último aullido de dolor. Tan pronto como su cuerpo dejó de respirar, numerosos macehualtin le despojaron de su ropa metálica y sus horrendas armas. Las arrojaron a los canales y gritaron de felicidad conforme las observaban hundirse en el agua».

Texto tomado de la narración “La noche cuando el león conoció al jaguar”, una crónica sobre la defensa de la gran Tenochtitlan.

Leyendo esta crónica imagino a estos impresionantes guerreros y solo puedo pensar en el miedo que seguramente sintieron sus adversarios al verlos frente a ellos, no eran contendientes comunes, no dudaban en sus actos, estaban entrenados, eran auténticas máquinas de aniquilamiento. 

Los Ocelopilli; guerreros jaguar y los Cuauhpilli; guerreros águila, no solo debían tener las capacidades para enfrentarse en batalla con las mejores habilidades por su exclusivo y riguroso entrenamiento, sino que también tenían que ser capaces de atender cualquier situación de urgencia que se presentara, e incluso ser guías espirituales para el resto del pueblo.

UN POCO DE HISTORIA

Veamos entonces los mexicas fundaron su gran capital México-Tenochtitlan en medio de un lago durante el siglo XIV siendo los últimos en llegar, es decir, quienes menos historia tenían y también menos conocimientos acumulados.

Se decían guiados por sus deidades, quienes les alentaban a seguir en busca de la tierra prometida. Partieron desde el norte de México, desde un lugar que aún no ha sido ubicado, y se dirigieron hacia el sur, hasta llegar al Valle de México donde después de ser rechazados y echados por los habitantes de los lugares ya establecidos anteriormente, llegaron hasta un pequeño islote en medio de un lago, donde fueron tomados por salvajes, incivilizados e ignorantes. Sin embargo, una vez estando ahí y para sobrevivir, tuvieron que ofrecer sus servicios como un ejército mercenario, además de pagar tributo al reino de Tlacopan.

Sin embargo; increíblemente en solo 70 años, pasaron de ser tomados como salvajes, sin ninguna oportunidad de éxito a convertirse en amos y señores de toda el área, derrotando a sus empleadores convirtiéndose en una de las grandes civilizaciones prehispánicas.

Una vez establecidos los mexicas, lograron legitimar su dominio a través del Anáhuac, expandiendo sus fronteras hacia el sur llegando a lo que hoy conocemos como Centroamérica, región a donde consiguieron fundar nuevos pueblos y así tener más control del sur.

Tiempo atrás, oleadas de migrantes que provenían de la sagrada ciudad de Tula; cúspide de la civilización del mundo prehispánico capital de la cultura y las artes, cayó a manos de las invasiones de los chichimecas del norte, por lo que tuvieron que huir al sur siguiendo a su líder Huemac; la caravana se fue dividiendo en varios grupos que llegaron a lugares como Oaxaca, Puebla, Coixtlahuaca, Chichén Itzá y Nicaragua donde se establecieron logrando hacer florecer parte de aquel legado cultural y artístico de herencia tolteca aunque ya no tan excelso.

Como verás, para los nahuas del Valle de México, los toltecas eran un linaje de conocimiento, no un pueblo en específico; y este linaje se encargó de reunir el conocimiento generación tras generación durante milenios. Por ello, cuando los mexicas aparecieron en la historia, pudieron progresar tan rápidamente, y supieron aprovechar la cultura y conocimientos de los pueblos conquistados por ellos.

Un pueblo inculto mercenario como el mexica en estado salvaje, que en tan solo siete décadas logro dominar un territorio equivalente a la tercera parte de Europa, gracias a su tenaz poder de adaptación y gran capacidad cognitiva que absorbió el conocimiento de los pueblos toltecas alcanzando la transformación a una gran cultura.

Bueno, después de recapitular la razón del gran conocimiento que tenían los mexicas, siendo un pueblo guerrero, cabe imaginar que también desarrollaron y mejoraron las artes bélicas en tanto a técnicas de pelea como golpes, llaves y estilos de defensa para hacer frente a cualquier enemigo local.

Jaguar (Oceopilli) y Aguila (Cuauhpilli)

El éxito del dominio mexica sobre el resto de los demás asentamientos culturales se debió a un estructurado, seleccionado y preparado ejercito; los soldados jaguar y águila que debido a su formación militar permitieron que los mexicas pudieran dominar el valle y el sur del país, esta elit de hombres debían ser preparados minuciosamente, conozcamos entonces su proceso de formación.

Se decía que los niños-mexica nacían con un destino escrito por los dioses y dependiendo del día en que nacían y de otros factores, se definía la profesión o el oficio para los que serían educados. Tal vez poeta, soldado o médico. Eso si después de su nacimiento había superado su primer baño de agua fría, firme testimonio de que era apto para la vida en la tierra.

Todos los niños ingresaban a la escuela de su barrio (capulli) a la edad de siete años, donde se le impartía educación básica sobre la guerra y el trabajo físico. Sin embargo, cada niño era educado por un maestro distinto de acuerdo a su destino (tonali). Si su camino era ser soldado, dependiendo de sus habilidades y de si los dioses le seguían favoreciendo, llegaría a integrarse a las filas del impresionante ejército de Tenochtitlan, del que sólo unos pocos elegidos llegarían a ser guerreros jaguar o águila. Aquí a continuación se detallan los pasos a seguir para poder llegar a ostentar este poderoso título.

En primer término, se requería haber concluido en forma destacada los estudios que se impartían en algunas de las instituciones de enseñanza superior, conocidas como calmecac. En segundo lugar, era preciso haber participado como guerrero en por lo menos tres campañas militares y haber dado muestras de una gran valentía.

Finalmente, se necesitaba la aprobación de las autoridades del calpulli (barrio) en cuya localidad se habitaba, las que debían avalar la buena conducta del solicitante y atestiguar que se trataba de una persona caracterizada por un manifiesto interés hacia los problemas de su comunidad.

Al ingresar como aspirantes, los jóvenes abandonaban sus hogares y se trasladaban a residencias especiales en donde iniciaban un periodo de aprendizaje que se prolongaba por cinco años.

Durante dicho periodo, además de fortalecer su cuerpo y su espíritu a través de una rigurosa disciplina, comenzaban a ponerse en contacto con el nivel más elevado de las antiguas enseñanzas. Les eran impartidos conocimientos sobre teogonía, matemáticas, astronomía, botánica, lectura e interpretación de códices.

El alto grado de dificultad, tanto de los estudios que realizaban como de las disciplinas a las que tenían que ajustarse, hacía que el número de aspirantes se fuera reduciendo considerablemente en el transcurso de los cinco años que duraba la instrucción.

Al terminar la instrucción venía un período de pruebas, durante el cual los aspirantes tenían que dar muestras de su capacidad de mando (dirigiendo un regular número de tropas en diferentes combates) y de su habilidad para aplicar en beneficio de su comunidad los conocimientos adquiridos.

Finalmente, una vez concluido este período, los aspirantes que habían logrado salvar satisfactoriamente todos los obstáculos eran admitidos como miembros de la orden, y se les otorgaba en una impresionante ceremonia el grado de Ocelopilli o Cuauhpilli.

Los egresados se hacía miembros del ejército azteca como soldados profesionales dentro de las fuerzas especiales. Una de sus particularidades reside en que todos los guerreros jaguar pertenecían a la clase baja, los mācēhualtin, a diferencia de lo que ocurría con sus compañeros, los guerreros águila, que pertenecían a la nobleza.

Durante las campañas militares, los guerreros eran enviados al frente de batalla. Para conseguir este estatus, los guerreros aztecas debían ser capaces de apresar a doce enemigos con vida en dos campañas, es decir, debían capturar a seis en una y seis en la otra. Jaguar y Águila estos dos tótems se solían usar debido a la creencia que las águilas y jaguares representaban respectivamente la luz y la oscuridad en la mitología azteca.

 ¿Qué otros guerreros mexicas existieron?

 El guerrero cuaxolotl que en su tocado tenía la figura de xólotl (perro), pero los mexicas tenían una forma muy particular de llamar a sus guerreros. Por ejemplo, a unos los llamaban guerreros huastecos porque después de la conquista del imperio mexica sobre la Huasteca, reconocieron el gran valor de los huastecos y retomaron su figura. Y aunque tenían un alto valor por su habilidad para capturar guerreros vivos, pertenecían a los niveles más bajos dentro del ejército mexica.

Otros guerreros eran los guerreros otomíes y los tzítzimitl, quienes vestían trajes cubiertos de plumas pero no usaban grandes yelmos ni penachos, portaban arreglos más sencillos.

Los trajes de los guerreros

Según dice el Códice Mendocino los trajes de los guerreros mexicas consistían en una carcasa de algodón grueso forrada con pieles pero sobre todo con plumas.

Estos trajes los confeccionaban los amantecas o bien, artesanos de plumaria, y la utilización de ciertas pieles de ocelotes o coyotes suponía, para los mexicas, la transmisión de habilidades de esos animales.

Al vestirte como ocelote, el animal te transmitía sus propiedades: ser más feroz, más inteligente, mejorar la visibilidad”, indica el arqueólogo. Los trajes mejor documentados de Tenochtitlán son los que usaron los guerreros coyote y los guerreros ocelote, estos últimos comúnmente referidos como guerreros jaguar.  

Los trajes de los guerreros ocelote eran elaborados con las pieles de ocelote y con una importante cantidad de otros productos obtenidos fuera del centro de México: algodón y plumas de variadas aves, algunas solicitadas de Soconusco, Chiapas.

El traje del guerrero ocelote se entregaba a nobles con el antecedente de haber hecho cuatro capturas de enemigos vivos.

Eso era de gran importancia ya que la gran mayoría de los cautivos llegaban a Tenochtitlán y su destino era el sacrificio ritual para las deidades mexicas. Conforme el guerrero subía en el número de cautivos vivos, su traje cambiaba, por lo tanto, hay un gama gigantesca de esta indumentaria, no conocemos el total pero por lo menos existieron unas 30 diversidades de trajes.

El traje del guerrero coyote se entregaba a sacerdotes y su uso también dependía del número de cautivos. “La confección era la misma: carcasa de algodón cubierta de plumas y piel de coyote.

Armamento Mexica

Todo lo que sabemos de su armamento proviene de la información que nos proporciona las representaciones hechas en códices, relieves, cerámica, pintura mural y esculturas.

El escudo mexica que se resguarda en el Castillo de Chapultepec se llama cuexyo chimalli, es circular, fue hecho con cerca de 26 mil 400 plumas, piel de ocelote y sirvió como insignia, es decir, era portado en ceremonias y rituales como una especie de distintivo.

Los Escudos

Los escudos como el cuexyo chimalli están ricamente ornamentados no sólo de plumas sino de otros materiales de lujo como pieles de mamíferos que venían de lejos o metales preciosos como oro, plata, cobre, perlas de mar, piedras verdes o turquesa. Es decir, las plumas eran materiales asociados a bienes de consumo de lujo que sólo podían utilizar las élites..

Los otros tres escudos prehispánicos que se conservan actualmente en Europa también fueron hechos con materiales especiales, no obstante, no todos fabricados en tiempos prehispánicos estaban decorados con materiales tan exclusivos.

Átlatl

Es una de las armas con más antigüedad  y que se ha constatado su uso tanto para la guerra como para la caza.  Su morfología está constituida por un mango de madera con una ranura donde se apoya una saeta que ayudada por este propulsor alcanzaba mucha mayor distancia que lanzada simplemente a mano, concretamente pueden llegar a más de cuarenta y cinco metros. Los ejemplares conservados son de aproximadamente sesenta centímetros de longitud y unos treinta y cinco de ancho. Hay un abierto debate sobre la munición que usaba este arma. Por un lado, están los autores que creen que se componía de dos partes y cuando la punta queda inserta en el objetivo la saeta se desprendía y debía recuperarse para insertar una nueva cabeza perforadora. Sin embargo se corre el peligro de no resultar demasiado rápido e inutilizando el arma. Por otro, investigadores creen que estarían unidas en un solo cuerpo y el guerrero portaría un manojo de ellas en la mano o en una especie de carcaj, se basan en representaciones escultóricas y de códices.

Sea como fuere, en lo que coinciden muchos autores como José Lameiras es que las batallas empezarían con una lluvia de proyectiles y seguiría con una carga cuerpo a cuerpo con armas de corta distancia. Pero a estas posibles combinaciones nos referiremos en artículos posteriores.

Arco (Tlahuitolli)

Es una de las armas más antiguas creadas no sólo por los aztecas, sino por la humanidad. Torquemada nos relata: “Fue esta arma, entre aquellas gente la más común y usada desde sus principios, de cuantos han tenido; y es de creer, que la necesidad de la guerra, y de mantenerse de caza, habrá sido la de descubrir este arte; y bien podían los indios andar desnudos […] pero no será posible que anden sin arco y flechas”.

Ponía distancia entre el lanzador y el objetivo y su uso duró incluso hasta la Edad Media. Las flechas que solían usar eran de un solo tipo y sus puntas estaban realizadas con obsidiana o incluso espinas de pescado. Según la arqueología experimental se ha comprobado que un arquero bien entrenado podía lanzar doce flechas por minuto y se dice que los arqueros de Tehuacan tenían la habilidad necesaria para lanzar dos y tres flechas al mismo tiempo. No se han encontrado evidencias del uso de venenos en las mismas.

Honda

Por lo que parece, esta arma no ha sido excesivamente registrada en su uso para la guerra. El diseño no debía diferir del que todos conocemos para nuestra propia edad media. Se basaría en una pequeña correa con una bolsa donde se depositaría el proyectil y gracias a la fuerza centrífuga – y una gran habilidad- se conseguía un gran impacto. Pese a la creencia, cualquier piedra no era válida como proyectil (o al menos como un buen proyectil) y se sabe que algunos tributos que los mexicas impusieron a sus enemigos se trataban de dichos proyectiles pulidos. Además, para complementar el municionamiento, según cronistas de la época las mujeres se dedicaban a su confección.

Lanzas

Se trata de un arma de tipo enastado de 1,90 metros aproximadamente. Aunque hemos de añadir que algunas de ellas están hechas para ser lanzadas con lo que su longitud se reduciría. Solía estar realizada en madera y al final la punta estaba hecha de pedernal u obsidiana. La más famosa era llamada teputzopilli en cuya punta se insertaban pequeñas navajitas del material citado.

Éstas no solían disponer de regatón (parte inferior de metal que se pone en las lanzas para evitar su desgaste). La función de las lanzas eran las obvias del ataque cuerpo a cuerpo, pero hemos de caer en la cuenta que se usarían de manera muy distinta que en Europa, pues en la guerra mesoamericana no existía la caballería.

Maza

Quizá, según expertos como Marco Antonio Cevera, la más antiguas de las armas mesoamericanas. Para más inri, su tipología es mucho más variada que en occidente. Curiosamente de esta arma se tienen muy pocos registros en códices, fuentes escritas o escultóricas, pero si se han recuperado arqueológicamente.

Por su capacidad lesiva, contundente y fracturadora de huesos principalmente, se ha discutido mucho entre los expertos llevando a plantear que tendrían una función de herir más que de matar, lo que entraría en consonancia con las teorías sobre las guerras floridas (de las que se hablará en otro artículo), pero no se ha llegado a día de hoy a un posicionamiento claro.

Macuahuitl

Hemos dejado para el final el arma por excelencia de este pueblo guerrero. Es el arma más icónica que se trata de un bastón de aproximadamente setenta centímetros elaborado seguramente en madera de pino (es la madera que más abunda en la zona) al que se le insertaban navajillas prismáticas de obsidiana. Para su sujeción se usaban resinas de huizache, pino o mezquite.

Para conocer el devastador poder de este utensilio, acudiremos a una narración de Francisco Hernández de Córdoba donde relata: “que dividen a veces a un hombre den dos partes de un solo tajo, con tal de que sea este el primero, pues todos los demás son casi nulos e inútiles, tales son la agudeza de esta arma y su fragilidad”.

«Guerrero» Studio 69, Música Prehispánica

Publicación # 20

ESCRITO POR GUIMELENE

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